Se acabó París.
Tian vivió algún tiempo más allí; después se marchó.
–Te diría que lo que más me sorprende de esa ciudad no es ni su arte ni su belleza. La estética de París, su poesía, su cielo nuboso y sus calles grises, su grandiosidad y toda su historia; no es eso. París es un barco. París es una isla sin ancla. Se guarda de no compartir nada. París quiere que todo el mundo sea parisino.
Me abandona el pasado, para siempre perdido, y me punza la angustia del presente. El otoño despide a los patos silvestres y aúlla el huracán. Es bueno contemplarlo bebiendo desde la torre alta. ¿Dónde las grandes obras que aspiraban a la inmortalidad? Y los grandes talentos de la época Kien-ngan, ¿qué se hicieron? ¿Y el ilustre poeta Sie, a quien este pabellón fue consagrado? Espíritu de alto vuelo que ambicionó subir al cielo y que miró a la luna muy de cerca. Cortad con vuestra espada la corriente del río: el río seguirá corriendo; sumergid el vino en la pena: será mayor la pesadumbre. Mañana iremos a remar con el cabello al viento.
–Li Bai1
El tiempo tras París fue su crucifijo. Al regreso se sintió volátil, disperso, no había un hueco donde cupiese.
La sociedad es hostil para quien duda. Tian sentía puñales en los ojos de la gente, y le escocían las palabras de los otros como ortigas.
Tian no sabía. Ni quién era, ni lo que quería. Sin París, la identidad se le había caído. Sin la poesía, no tenía ningún destino.
Lo había decidido a su regreso. Dejaría la poesía. No es poeta quien no escribe poemas; lo tenía claro, ahora sí. Amar la poesía no es suficiente. La poesía no da de comer. La poesía no redime. La poesía ni siquiera me ofrece su coraje para enfrentarme a las voces del resto. ¿Para qué te quiero?
La poesía era su hastío. Su última declaración de la inocencia. Su fantasía definitiva. Tenía que dejarla ir. Tenía que dejarse llegar al siguiente capítulo, la próxima escena.
¿Pero cuál es?
El camino no quería dibujarse frente a él.
Sin la poesía quién era. Si lo único que había aprendido a ser, era poeta.
Poeta de ojos de leche. Poeta desnudo con dedos de cristal.
Poeta perdido.
Pero poeta.
Yo sé de otro poeta que le habría dicho entonces, si hubiese conocido a Tian, que ese es el estado exacto de la poesía. Que la poesía solo sobrevive en ese punto. Solo crece desde ahí.
Todo lo que nace desde lo cierto no puede terminar en lo poético. Porque la poesía es la lucha frente a la esclavitud; y la certeza es un mazo, es el mayor peso que podemos cargar.
¡Solo soy un humano!, quería gritarle Tian al cielo.
Solo un humano encadenado podría pensar que sabe a dónde se dirige.
Solo un humano al que le pese demasiado el dolor de la incertidumbre puede imponerse su propia verdad.
Y dime si no es eso esclavo.
Dime si no necesita cada humano un poco de poesía
La poesía es la voz de lo inconcreto. Es la ruptura. Es la liberación.
La poesía nos devuelve al cielo. Para que volemos entre los patos.
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Siguiente capítulo (8)
Venimos del interludio (La Fantasía)
Esta es la historia de un poeta en busca de un poema, que ya comenzó y que irá desgranándose en las próximas cartas, los próximos días, con ayuda de la música.
*La imagen del post es la portada del nuevo disco de Bon Iver: SABLE fABLE, cuya música acompaña a este texto.
Traducción de Marcela de Juan: Segunda antología de la poesía china; Alianza Editorial, Madrid, 2007