Este fin de semana tuve una reunión con amigos y compañeros de escritura. Tratamos los temas habituales: hablamos de libros y películas, de nuestros proyectos, de cuánto avanzaban: de qué poco avanzaban, de ideas de relatos y novelas, de aquella chica del taller de los lunes, ¿sí?, pues acaba de publicar con Asteroide, sale en unos meses.
Publicar.
Qué tema. El tema, me tienta decir. Todo el día pululando por la mente de quien escribe como una polilla molesta. Da igual que seas novel o escritor con bagaje y años de firmas en la feria del libro a la espalda. Da igual que tengas un proyecto terminado o no. Da igual que tengas un proyecto empezado o no. Publicar; como la luz acristalada contra la que se estampa una y otra vez esa polilla. Una de esas polillas gordas del norte de África, de las que tienden a perderse entre primavera y verano, y acaban pululando por la península; me refiero.
Todos queremos publicar. Todos sufrimos pensando en si tenemos nivel para ello, o en si nuestro proyecto tendrá alcance o gancho o una poca de gracia u originalidad, la suficiente como para que le permita salir a flote entre las mareas de manuscritos que inundan los correos de editores y agentes del mercado.
Publicar.
Qué cansado.
Por lo que fuera, cuando el otro día hablamos de publicar, empezaron a salir muchos cigarrillos al aire. Gente que fumaba o que no fumaba se puso a fumar. Y como si alguien hubiese querido correr a un lado el tema de la publicación –alguien sería, pero no sé quién–, comenzamos a hablar de tabaco, de hace cuánto fumaban los que fumaban, de si habían fumado alguna vez los que no, de lo difícil que es dejar de fumar. De ahí que alguien dijo que estaba intentando dejarlo, y otro alguien, con ese tono místico o misterioso que tienen algunos escritores, mencionó que existe un libro: dicen que si lees ese libro, al terminarlo, nunca más volverás a coger un cigarrillo.
–Dejar de fumar es fácil –respondió alguien más, con ese tono sobrio o cortante que tienen algunos escritores–. El libro quiere que redefinas el mito de lo difícil que es dejar de fumar. Que veas que es algo sencillo, en realidad. Nada más.
–Publicar es fácil –dijo un amigo.
Hilando fino.
No voy a decir que ese sea el truco para publicar porque no tengo ni dea. Mis libros no están publicados, sigo en esa pelea; por suerte tengo este espacio, esta newsletter que una poca gente lee (gracias) pero que me hace sentir que parte de lo que escribo tiene vida y no se queda dormido o muerto en una carpeta de ordenador.
Lo que sí voy a decir es que publicar es accesorio –no me atrevo a decir innecesario–, publicar nunca fue la razón por la que empezamos a escribir. Sería por jugar, por crear, por sentir o por hablar, por expresar algo inexpresable, por miedo o por necesidad, por lo bello o por lo triste, quién sabe. Publicar es otro juego y tiene otras reglas. No podemos olvidar por qué escribimos. Cuánto vale escribir aunque nadie, ni tú mismo, lea lo escrito. Cuánto vale. Yo lo tengo claro.
Con cariño a todas y todos mis compañeros escritores,
p.
👏