Si el río es aguante. Si es paciencia. Si es tiempo.
Si es solo avance o si también sacrificio. Si tengo que ser yo ante todo o si me puedo permitir ser alguien distinto.
Si el río es nadar a contracorriente, dejarse llevar, salir a la orilla. Si el río.
Cuando pienso en lo que hemos crecido, en cómo la masa de luz que es el tiempo nos lleva a todos juntos de un paso al paso siguiente, en que nadie se queda atrás, ni mis abuelos, ni mis padres, ni mis hermanos ni amigos, ni mis sobrinos que siguen siendo niños, que siguen brillando con ese chillido de diamantes, con esa piel recién nacida y esos ojos frescos como melocotones abiertos; cuando lo pienso, siento el abrazo. Todos como una ola, aprendiendo a crecer, a abrirnos, a expandirnos como espuma, a morir sobre la arena. Y las olas que aterrizaron antes que nosotros, y las olas que vendrán detrás. El tiempo que es un mar y nos regala su abrazo.
Pero sigo sin tener palabras para quienes no pueden pensar en el tiempo porque les es una cuchilla. Porque el miedo y el odio y la ira deforman el mar de luz y lo transforman en puñal, en corte, en el dolor de un día sin paz, en el temor a las sombras del cielo.
Cómo crecer si el cielo te aterra.
Y el egoísmo y la apatía y la indiferencia y la inacción también deforman. Crean un mundo ciego y un mar sordo. Crean un silencio roto en la mente, un silencio que no se atreve a escuchar los llantos del pecho.
Me gusta escribir sobre el mar y los peces. Me encanta mirar al cielo en busca de nubes y de pájaros. Amo fundirme con los árboles y perderme en los ojos de los animales. Me conmueve contemplar el avance del tiempo. Me gusta escribir poesía de todo ello. Pero como dice el poeta palestino Marwan Makhoul:
Para escribir poesía que no sea política debo escuchar a los pájaros. Pero para escuchar a los pájaros debe cesar el bombardeo.
Yo tengo esa suerte de no temer al cielo. Pero pienso en cuántos lo hacen. Y se me pudren las letras entre los dedos al contemplarlo. Y se me seca el aliento y se me deforman las ideas del mundo si no hago algo. Porque ese mundo que amo y que miro y describo y que quiero escribir en poemas no existe: es solo un sueño para aquellos a quienes les acuchilla el tiempo, es solo una ilusión, es otra realidad distinta, es otro mundo. Un amanecer o el miedo a otra mañana. Una hamaca o la tumba. Unos pájaros o las bombas.
No porque no existan los árboles ni los peces. No porque no brillen de belleza mar y cielo. Porque si no tienes tiempo ni tienes calma para vivirlos, es como si no existieran.
(Y en Gaza aún hay almas con impulso para escribir poemas.)
Precioso y certero