Estos son los pensamientos que me han sobrevenido al querer encarar este texto:
Hablar de la escritura sin propósito. O de si habríamos de acercarnos a la escritura con un fin concreto.
Hablar de por qué en Substack quiere reinar ese segundo tipo de escritura.
Jugar a ser Leila Guerriero, desde la frase: «No deja de ser asombroso».
Escribir un poema.
Copiar un poema que ya he escrito.
Hablar del amor romántico, de por qué me cuesta tanto escribir sobre ese tipo de amor.
Hojear el Tao Te Ching de nuevo, plasmar uno de sus extractos, reflexionar.
Escribir de los pájaros y del cielo, que siempre me tientan.
Escribir del terror en Gaza, sin tener una sola palabra que decir.
Escribir del terror que viven los animales en un mundo dominado por humanos.
Ninguno de esos temas se ha querido agarrar con fuerza a mi presencia. El amor se ha quedado flotando como una idea, en un párrafo justo anterior a este texto que no plasmaré aquí. El dolor, el miedo y la cobardía me han hecho huir de los textos que importan.
Resulta que los temas no quieren concretarse hoy. Quieren quedarse a medias, pendiendo de una frase sin punto, una frase sin fin.
A veces me ocurre eso, me molesta tener que terminar las frases y que cobren fondo. Me molesta que la forma de las palabras deje anclados pensamientos concretos, una actitud, un querer. Que perder sin estructuras las puedan no romperse la comunicación. Me molesta que la lengua abstracta no comunique tan bien, no transmita sin perder presencia, que requiera tanta atención, tanta sensibilidad.
Me molesta que no sea este el medio del silencio. Y me molesta mi empeño en seguir escribiendo.
Comunicar sin decir nada. Estar, sin una sola palabra. Dejar que todo repose en ese espacio confuso y acallado donde se desborda el pensamiento. Y ver si ahí
No debería escribirse sin saber sobre qué escribir. Debería escribirse siempre sin idea de hacia dónde se escribe.
Los pájaros entienden cuál es su parte del cielo y el cielo no tiene ni idea de qué buscan los pájaros.
Quiero hablar de todo; no quiero decir nada.
Todo lo que empieza
Y un día tendré coraje para
Es justo hoy cuando quisiera
Y mañana lo que se acaba
No sé hablar del amor porque solo se puede hablar del amor cuando uno cree que lo entiende.
Hasta mañana,
p.
P.S. El lunes 23 de junio, en Madrid, templo de Debod, a las 19:00.