El día que bese las frentes
como beso los abrazos de mis amigos,
el día que ahonden mis ojos en el cielo
en los bosques, en las aguas, en los ojos
como ahondan los sueños en mi alma
como ahondan en mis noches doradas de silencio,
en ese día nacerán de mi vientre higueras
y las raíces de las nubes calarán en mi piel
como si no hubiese noche sin sol, ni luna sin día.
Sabrá la energía de mi sangre correr sin carrerilla
y ya no necesitaré pestañas ni cejas
que protejan mi mirada del viento y de sus hijas:
la arena, las hojas y el polvo como diamantes rotos
cuyos brillos guardaré entre los dedos
como anillos sin promesas
como sortijas sin sello
como un recuerdo
de cada paso
que es hoy.
Como un pájaro que vuela sobre las nubes para admirar la lluvia.
Como si mi mirada fuese tuya, y tu mirada fuese yo.
—Taichung, Taiwán - 23:08
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Muy poético y delicado este poema. No sabia de tu faceta lírica. Un fuerte abrazo